Fundador de El Águila del Norte y creador de La Rueda del Despertar.
Desde siempre me he sentido un curioso de la vida y de la naturaleza del ser humano. Mi búsqueda espiritual me llevó a conectar con diversas tradiciones chamánicas —Q’eros, Tolteca, Lakota— y con las enseñanzas del Conocimiento Crístico. Al aplicarlas en mi vida descubrí que la verdadera exploración era hacia dentro, desarrollando técnicas, rituales y una conexión profunda con la Tierra y el Espíritu.
De esta experiencia nació La Rueda del Despertar, un camino de cuatro retiros que imparto en la escuela El Águila del Norte. A través de ceremonias y prácticas sencillas, acompaño a transitar de una conciencia basada en el sufrimiento a otra centrada en la paz, la alegría y la sabiduría interior. Mi propuesta es clara y simple: dejar de buscar fuera lo que ya habita dentro de cada uno.
Mi recorrido comenzó en 2006 con el chamanismo Inka y se profundizó en 2008 en Cuzco, cuando fui acogido como discípulo por Don Humberto Soncco, último Kureq Akuyoq de la Nación Q’eros. Desde entonces camino hacia mi interior y comparto con otros lo que voy recordando: que todos tenemos los recursos necesarios, y que solo hacen falta voluntad, curiosidad y el primer paso para conectar con nuestro Ser Esencial.
Sobre el Chamanismo Crístico
El Chamanismo Crístico nos guía en el tránsito del ser humano racional al ser espiritual, recordándonos que la verdadera conciencia crística habita en el corazón. Desde esta visión chamánica, la vida deja de juzgarse como buena o mala y se entiende como un camino de aprendizaje donde incluso la sombra es una maestra. La conciencia cristal integra luz y oscuridad, mostrándonos que todo es oportunidad para la transformación interior. Activar esta conciencia es un despertar accesible aquí y ahora, un retorno a la presencia y a la conexión profunda con el espíritu, tal como enseñan las tradiciones chamánicas ancestrales.
El Chamanismo Crístico nos invita a recordar que el corazón es el verdadero altar donde habita la conciencia crística. Desde allí, la vida deja de ser un juicio y se convierte en un camino sagrado, donde luz y sombra se abrazan como maestras de transformación. En este tránsito del carbono al cristal despertamos al ser espiritual que somos, descubriendo que la liberación y la plenitud están a un solo pensamiento de distancia, en la presencia viva del ahora.
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